PATOLOGÍAS

INFORMACIÓN SOBRE PATOLOGÍAS

Hiperplasia prostática benigna

¿Que es la Próstata?

La próstata es una glándula que se encuentra por debajo de la vejiga y rodeando a la uretra (conducto de salida de la orina). Su función es la de producir parte del líquido seminal. En la juventud la próstata tiene el tamaño de una nuez, pero a a partir de los 40 años comienza a sufrir algunos cambios a consecuencia del estímulo hormonal. Estos cambios, en algunos pacientes, se traducen en aumento de su tamaño (hipertrofia prostática benigna o HPB). Hiperplasia, en medicina, significa crecimiento. Por lo tanto, la hiperplasia prostática benigna significa un crecimiento benigno de la próstata. Ya sea por el aumento del tamaño o por un aumento en el tono muscular de la misma, la próstata puede interferir con la micción. La obstrucción de la salida de orina es lo que produce los síntomas clásico del paciente “con problemas de próstata”.

¿Cuáles son los “síntomas prostáticos”?

Los síntomas más frecuentes son la disminución de la fuerza del chorro miccional, la necesidad de esperar hasta que se produzca la micción, la nocturnia (levantarse durante la noche para orinar) y el aumento de la frecuencia de las micciones. En algunos pacientes pueden agregarse la urgencia miccional (dificultad para posponer la micción) y a veces la incontinencia de urgencia (el hecho de no poder posponer la micción no permite llegar al baño).

¿Debe controlarse la próstata?

Las Sociedades de Urología de muchos países del mundo, incluyendo la Argentina, recomiendan que todo paciente mayor de 50 años debe realizar un control prostático anual, que consiste en un examen físico que incluye el tacto rectal y la medición en sangre del Antígeno Prostático Específico (PSA, por sus siglas en inglés).

Estos controles anuales son independientes de la presencia o no de síntomas y su utilidad reside en detectar en forma precoz la sospecha de cáncer prostático. En caso que uno de éstos estudios resulte anormal, se realizarán estudios más específicos para determinar la causa.

El urólogo evaluará 3 cosas:

1. Los síntomas que pueda presentar el paciente y, a su vez, la importancia que puedan tener para necesitar ser corregidos.

2. El grado de obstrucción que pueda provocar ese crecimiento benigno a la salida de la orina.

3. El tamaño prostático. La evaluación se completa con estudios adicionales como la ecografía o la flujometría miccional para poder objetivar los cambios miccionales. La necesidad de éstos estudios la determinará su urólogo.

¿Es preocupante que se agrande la próstata?

No necesariamente. Si el agrandamiento prostático no produce síntomas o no interfiere con la micción no es siempre debe ser tratado. De todas maneras, lo primero que hará su urólogo es descartar los tumores de próstata o vejiga que puedan estar coincidiendo con su HPB.

¿El cáncer de la próstata es consecuencia del agrandamiento?

No. De hecho el 80% de los tumores de la próstata se originan en una zona diferente que la hipertrofia benigna y no son una “malignización” de la misma. El tratamiento de la HPB no es preventivo del cáncer de próstata y hasta un paciente ya operado por HPB debe seguir con sus controles anuales. El cáncer de la próstata es usualmente asintomático y puede coexistir con HPB.

¿Cómo se trata la HPB?

Los tratamientos son dos: con medicamentos o con cirugía. En el caso de los medicamentos, hay dos 2 tipos que buscan disminuir los síntomas mediante diferentes mecanismos de acción. La elección del tipo del medicamento necesario la debe hacer su urólogo.

Con respecto a la cirugía, hay básicamente dos tipos: la tradicional, en la que se produce la apertura del abdomen (o cielo abierto), y la que usa un instrumento que se introduce por la uretra hasta la próstata. Esta cirugía se llama endoscópica o RTU.

En resumen

  • El control anual se realiza independientemente de la presencia de los síntomas.
  • Si existen los síntomas miccionales, los pacientes pueden ser estudiados y eventualmente
    tratados.
  • El agrandamiento prostático no necesariamente implica tratamiento y no tiende a “malignizarse”.

Cáncer de Próstata

El cáncer de próstata es la neoplasia más frecuente en el varón adulto y la segunda causa de muerte por cáncer. Consiste en la formación de células anormales de la próstata que se multiplican en forma desorganizada formando un tumor. No todos los cánceres de próstata son similares ya que existen diferentes grados de agresividad.

Factores de Riesgo

Edad

A medida que aumenta la edad la incidencia de cáncer de próstata es mayor. Es más frecuente a partir de los 50 años aunque puede diagnosticarse a partir de los 40. Su incidencia aumenta a partir de los 65 años.

Antecedentes familiares

Una persona puede desarrollar un cáncer de próstata sin tener ningún familiar directo con esta enfermedad aunque la probabilidad de padecer la enfermedad se incrementa cuando existe un familiar en línea directa con cáncer de próstata especialmente si se lo diagnostica antes de los 60 años. Se aconseja que aquellas personas que tienen un familiar en línea directa realicen sus controles a partir de los 40 años.

Dieta

Hay fuertes datos que indican que la dieta juega un rol importante en el desarrollo del cáncer de próstata. Las personas con alto ingreso calórico especialmente grasas de origen animal tienen una mayor frecuencia. Dietas con mayor ingesta de vegetales, frutas, soja tendrían una menor incidencia.

Síntomas

Muchas veces es totalmente asintomático. En otros casos solo se presentan los síntomas de la patología prostática benigna. Pueden presentar mayor frecuencia para orinar tanto durante el día como en la noche, disminución en la fuerza y potencia del chorro, sensación de vaciado incompleto de la vejiga luego de la micción, urgencia para orinar.

Diagnóstico Precoz

Muchas controversias existen con respecto al diagnóstico precoz del cáncer de próstata con la determinación de una proteína en sangre denominada antígeno prostático específico (PSA). Se considera que existe la posibilidad de un 30% de sobrediagnóstico, es decir diagnosticar una enfermedad que no merece ser diagnosticada ya que esto implica la posibilidad de un tratamiento innecesario en pacientes donde el diagnóstico precoz no modificará su supervivencia. Se considera que aquellos paciente que presentan un PSA entre 4.0 y 10 ng/ml tiene una posibilidad de cáncer prostático entre 30 y 40%. Esto implica entre 6 y 7 pacientes a los cuales se les realzará una biopsia innecesaria. Esto nos lleva a pensar que no toda persona con un PSA elevado requerirá la indicación de una biopsia. De este postulado nace la primera consideración del tema que es seleccionar al paciente que realmente necesita una biopsia para beneficiarlo con un diagnóstico precoz de cáncer de próstata. La edad y los antecedentes personales juegan un rol de importancia en la decisión. En un principio siempre se ha establecido la necesidad de un diagnóstico precoz en aquellos pacientes que tienen una expectativa de vida mayor a diez años. Por lo tanto no se justifica el diagnóstico en un paciente de edad avanzada o con antecedentes personales importantes que lleven a pensar que la causa de muerte esté en relación con estas enfermedades y no por el cáncer de próstata.
Por lo tanto el diagnóstico precoz se realiza:

  • Por el examen digital de la glándula prostática: el médico examinara la próstata a través del examen rectal donde determinara el tamaño y la consistencia de la glándula prostática.
  • La determinación del PSA en una muestra de sangre.

En aquellos casos en que existiera un tacto rectal sospechoso o un antígeno prostático elevado se discutirá la posibilidad de realizar una biopsia prostática.
La Sociedad Americana de Urología, y la Sociedad Argentina de Urología recomiendan que todo hombre se controle a partir de los 50 años. Aquellos que tienen antecedentes familiares de cáncer de próstata, especialmente padre o hermanos, deben iniciar sus controles a partir de los 40 años.

Diagnostico de certeza

El diagnóstico de certeza se realiza por una biopsia prostática bajo control ecográfico transrectal. Su médico discutirá con Usted la necesidad de este procedimiento. Se introduce a través del recto un transductor de ultrasonido para visualizar la próstata y realizar biopsias en diferentes zonas de la próstata. Una vez realizada la biopsia, es analizada por el patólogo para realizar el diagnóstico de certeza y determinar los factores pronósticos. Estos incluyen número de biopsias positivas, el porcentaje de tumor existente en el material analizado y el score de Gleason. Este último nos permite establecer el grado de agresividad del tumor. A mayor score (la escala es de de 2 a 10) mayor la agresividad del tumor.
Una vez realizado el diagnóstico según la agresividad del tumor se pueden solicitar estudios para estadificar la enfermedad y evaluar la extensión de la misma. Estos estudios pueden ser un Centellograma óseo corporal total, una Tomografía axial computada o una Resonancia nuclear magnética. En tumores de bajo grado estos estudios pueden ser obviados.

Uretritis

Es un proceso inflamatorio que se caracteriza por manifestarse con ardor en el momento de orinar, y la presencia de una secreción que sale a través del meato uretral. En la mayoría de los se requiere un tratamiento con antibiótico.

Estenosis de uretra

Consiste en un estrechamiento del conducto de la uretra. Puede ser congénito o producido por procesos inflamatorios o traumatismos. En muchos casos es secundario a procedimientos que se realizaron a través de la uretra como la colocación de una sonda en la vejiga o procedimientos quirúrgicos realizados a través de la misma como la resección endoscópica de próstata o de tumores vesicales.

Cistitis

La infección urinaria en la mujer constituye una de las infecciones más frecuentes. Cerca del 30% de las mujeres entre 20 y 40 años han tenido un episodio de infección urinaria durante su vida. Puede manifestarse con compromiso vesical (cistitis) o bien renal (pielonefritis). La cistitis puede manifestarse con aumento de la frecuencia miccional, ardor al orinar (disuria), molestias en hemiabdomen inferior, micciones con escaso volumen y, a veces, presentan sangrado con la micción (hematuria). Cuando aparece fiebre mayor de 38°C axilar, dolor lumbar, escalofríos, nauseas, vómitos y decaimiento general estamos en presencia de compromiso renal (pielonefritis).

Diagnóstico

El diagnóstico se realiza mediante un análisis de orina (urocultivo), el cual debe realizarse recolectando en un frasco estéril el chorro medio de orina (es aconsejable realizarlo con una retención de al menos 3 horas). Además es recomendable un examen físico completo para descartar compromiso renal. Como estudios complementarios podemos realizar una ecografía renal y vesical pre y postmiccional, análisis de sangre, radiografía de abdomen y, en ocasiones, una pielografía si los síntomas la justifican, a fin de descartar patologías asociadas. Es importante no automedicarse ante la presencia de los primeros síntomas de cistitis. Es importante, también, realizar un urocultivo previo al tratamiento y siempre consultar con su médico de cabecera.

Incontinencia de Orina

La Incontinencia Urinaria es una condición que se presenta en diferentes enfermedades, afectando a todos los grupos de población, edades y, aunque es más frecuente en la mujer que en el hombre, a ambos sexos. Por su frecuencia, gravedad, connotaciones psicosociales y económicas, es una de las patologías más importantes de nuestra sociedad.
Afecta a mujeres, ancianos, niños y pacientes neurológicos que presentan a la incontinencia, no sólo como un problema médico y social objetivo, sino también un daño importante a nivel psicológico, suponiendo para la persona que la padece una limitación severa que afecta de forma permanente sus actividades. De esta manera, quienes padecen incontinencia urinaria limitan su vida social, su capacidad de visitar amigos, familiares, se preocupan por si huelen mal, se sienten deprimidos, así como también dejan de hacer ejercicios físicos y de rehabilitación. La vida sexual y de pareja también se ve afectada, ya que muchos se sienten avergonzados y de esta manera disminuyen su autoestima.
La incontinencia urinaria, además, genera abultados costos económicos ya que no solamente deben solventarse los tratamientos farmacológicos, kinesiológicos o quirúrgicos, sino también una serie de costos ocultos, como la compra de pañales, gastos de lavandería, perfumes, desodorantes, cremas para proteger la piel, etc.
La incontinencia urinaria es la pérdida involuntaria de orina objetivamente demostrable, que constituye, para la persona que la sufre, un problema social e higiénico.
Una concepción más general de salud implica una mayor comprensión de los aspectos sociales, entre los que la información tiene especial importancia. De esta manera se logra una prevención de enfermedades y una promoción de estilos de vida sanos. Dentro de esta concepción, la incontinencia urinaria debe ser considerada como una enfermedad en la que sus causas deben ser tratadas. En ese marco, los tratamientos actuales ofrecen una gran variedad de respuestas, desde las terapias kinésicas, farmacológicas y cirugías mínimamente invasivas, hasta las cirugías convencionales.
En abril de 1995, INDAS decidió encargar un estudio epidemiológico a una empresa especializada para obtener datos fidedignos sobre la población incontinente. El objetivo era extrapolar esos datos a la población total española con un alto grado de veracidad. Los resultados del estudio indican que en España existen más de 600.000 personas, con edades comprendidas entre los 35 y 65 años, que han padecido algún episodio de incontinencia en su vida.
Según estos datos, podemos diferenciar tres grupos de población de mujeres afectadas por incontinencia entre ligera y moderada, activas, no enfermas y que precisan realizar una vida normal.

La incontinencia como síntoma

  • Incontinencia de urgencia: es la pérdida involuntaria de orina asociada a un fuerte deseo de orinar con urgencia.
  • Incontinencia de esfuerzo: el paciente experimenta pérdidas involuntarias de orina durante el ejercicio físico, movimientos, etc.
  • Incontinencia inconsciente: puede ocurrir en ausencia de urgencia y sin reconocimiento consciente de la pérdida de orina.
  • Enuresis: significa cualquier pérdida involuntaria de orina, pero se usa para denominar la incontinencia durante el sueño.
  • Goteo postmiccional e incontinencia continua: ligado a la pérdida de orina tras la micción o al goteo continuo.

Métodos de diagnóstico

Un correcto diagnóstico es esencial para lograr un tratamiento eficaz. Para ello pueden realizarse numerosos estudios:

  • Análisis de sangre y orina.
  • Radiografías simples y contrastadas.
  • Ecografías renales y vesicales.
  • Estudios urodinámicos.
  • Estudios electromiográficos de los complejos esfinterianos.
  • Estudios de medicina nuclear.

Metas del Tratamiento

La meta ideal de todo tratamiento de incontinencia es restablecer la micción completa, espontánea y voluntaria con intervalos secos entre micciones socialmente aceptables. Aunque este ideal es alcanzable, en algunas personas debemos conformarnos con conseguir una mayor retención y evitar que estén mojadas.
Al plantear el tratamiento, que puede ser médico, quirúrgico y/o paliativo con dispositivos que mantengan al paciente seco, debemos tener en cuenta otras circunstancias que van a determinar la solución que adoptemos, como son:

  • Limitaciones físicas del paciente.
  • Inteligencia.
  • El nivel de colaboración y motivación.
  • Posibilidades de colaboración familiar.
  • Factor económico.
  • Nivel de información.

Entre los diferentes tipos de tratamiento, podemos mencionar los siguientes:

Tratamientos curativos

Medidas higiénico dietéticas que consisten en adecuaciones de los líquidos y comestibles que ingerimos. El objetivo de este tratamiento es lograr un equilibrio entre nuestras ingestas y las micciones, con el fin de disminuir los episodios de incontinencia.

Tratamientos farmacológicos

Hoy en día contamos con gran cantidad de medicamentos que actúan disminuyendo las contracciones involuntarias de la vejiga y aumentando la resistencia del esfínter. Además, se encuentran en investigación numerosas drogas con el fin de superar la eficacia de los tratamientos actuales.

Tratamientos quirúrgicos

Además de las técnicas quirúrgicas convencionales, se encuentran a disposición numerosos dispositivos o pequeñas prótesis que permiten reforzar los esfínteres. Estos dispositivos pueden colocarse mediante pequeñas incisiones menores a 1 cm. Estas técnicas de cirugía mínimamente invasivas permiten una rápida recuperación de los pacientes con una inmediata reinserción social y laboral.

Tratamientos paliativos

Vale la pena dedicar una mención a los tratamientos alternativos que, aunque no solucionen el problema, lo hacen más tolerable. Existen numerosas opciones que se adapten a las necesidades de cada afectado, permitiendo desarrollar sus actividades normalmente y sin limitaciones. De este modo, se logra su integración al mismo tiempo que se evitan los problemas higiénicos que la incontinencia conlleva.

Absorbentes

Los absorbentes almacenan la orina por impregnación, manteniendo al paciente seco y evitando que la orina moje la ropa o la cama. Son el único recurso de las mujeres incontinentes que no llevan sonda y un recurso alternativo en algunas incontinencias masculinas.

Cáncer de vejiga

Es una proliferación de células dentro de la vejiga que pierden el control normal de crecimiento. El cáncer de vejiga constituye el quinto cáncer más común en el hombre y el décimo en la mujer. Los hombres tienen una frecuencia 2,6 veces mayor que la mujer. A pesar del incremento de su incidencia en el periodo 1980-1995, la mortalidad ha disminuido en un 8% debido a los avances en el tratamiento. Actualmente la sobrevida a los 5 años por cáncer superficial de vejiga es mayor al 95%. El tipo más común es el carcinoma urotelial y aproximadamente el 70% son superficiales. El otro 30% son casos más avanzados que se extendieron a la capa muscular de la vejiga con mayores posibilidades de extenderse a otros órganos. Menos frecuentes son otros tipos histológicos como el carcinoma epidermoideo o el adenocarcinoma.

Síntomas

Su síntoma más frecuente es el sangrado al orinar, denominado hematuria. En algunos casos puede dar frecuencia miccional durante el día o la noche, ardor o urgencia al orinar. La hematuria muchas veces puede ser única por lo que todo paciente que haya tenido una sólo hematuria debe consultar.

Factores de riesgo

Si bien se puede aparecer un cáncer de vejiga en cualquier persona es mucho más frecuente en fumadores crónicos. También puede aparecer en trabajos industriales como los que están en contacto con anilinas, textiles, cueros, pinturas. En pacientes con infecciones crónicas o irritativas por litiasis vesicales. En pacientes con tratamiento con Ciclofosfamida.

Diagnostico

El diagnostico de certeza se realiza por una cistoscopia que es un procedimiento donde se coloca un aparato con una fibra óptica que permite la visualización del interior de la vejiga. Se evaluará el número de formaciones tumorales, el aspecto de la lesión, su tamaño y ubicación y si tiene aspecto superficial o profundo. También se puede llegar al diagnóstico a través de una ecografía vesical o a través de una muestra de orina donde pueden aparecer células de características tumorales (citología urinaria).

Tratamiento

El tratamiento inicial es una resección endoscópica del tumor vesical para establecer las características del tumor y establecer el grado de profundidad de la lesión. Es un procedimiento que se realiza bajo anestesia en forma ambulatoria o con una internación breve. Los tumores se dividen en superficiales cuando no infiltran la capa muscular o profunda cuando hay infiltración de la misma. Esto es muy importante ya que el pronóstico y el tratamiento son diferentes de acuerdo al grado de profundidad de la lesión.

Tumores superficiales

En los tumores superficiales luego de la resección endoscópica se puede realizar un tratamiento para disminuir las recurrencias o evitar la progresión del tumor. En general se utiliza en aquellos casos de tumores de alto riesgo. El tratamiento más reconocido en el mundo es la instilación dentro de la vejiga de la BCG (bacilo atenuado de la tuberculosis) que produce una reacción inflamatoria de tipo inmunológico. Se instila una dosis semanal durante 6 semanas, existiendo diferentes formas de mantenimiento. En general en el CDU recomendamos un esquema de mantenimiento semestral durante 3 años. En otros casos se puede utilizar Mitomicina u otros agentes. En aquellos casos de tumores de bajo riesgo se realiza solamente control.

Tumores invasivos

En los casos de infiltración a la capa muscular uno de los tratamientos más recomendados es la extirpación completa de la vejiga denominada cistectomía radical junto con la próstata en el hombre y útero y ovarios en la mujer. Además se extirpan los ganglios linfáticos regionales. Una vez extirpada la vejiga se debe realizar una cirugía de derivación urinaria. En algunos casos se realiza una cirugía muy sencilla donde se avocan directamente los uréteres a la piel denominada ureterostomía cutánea. La cirugía más clásica es la operación de Bricker que consiste aislar un segmento de intestino y exteriorizarlo a través de la piel previamente unidos ambos uréteres al segmento de intestino. Esta cirugía necesita una bolsa de recolección de la orina permanente. En los últimos años se ha desarrollado una técnica quirúrgica donde se realiza una neovejiga con intestino donde se unen ambos uréteres y luego se une a la uretra. En estos casos el paciente puede orinar por su propia uretra. Esta es una cirugía compleja que se realiza en casos seleccionados. El CDU cuenta con un equipo quirúrgico con experiencia en este tipo de cirugías. Se debe discutir ampliamente con el paciente las complicaciones de esta cirugía.

Preservación de la vejiga

En algunos casos se pueden realizar tratamiento que combinan quimioterapia con radioterapia para erradicar el tumor con la finalidad de preservar la vejiga. La finalidad es utilizar un agente quimioterapico para sensibilizar a la célula tumoral para una mejor acción de la radioterapia. Estos pacientes requieren un seguimiento muy estricto ya que en caso de recaídas son candidatos a la extirpación de la vejiga.

Quimioterapia

En los casos en que se comprueba la presencia de metátesis es decir, el tumor se extendió a otros órganos la quimioterapia juega en rol importante. En general se utilizan esquemas que combinan el Cisplatino, Methotrexate, Vinblastina y Adriamicina. Existen otros esquemas menos tóxicos como el Gencitabina y Cisplatino. El oncólogo clínico discutirá con el paciente los diferentes esquemas terapéuticos y la duración del mismo. En algunos casos se puede realizar una Quimioterapia neoadyduvante (antes de la cirugía) o adyuvante (después de la cirugía). Estas indicaciones dependerán de las características y volumen del tumor.

Litiasis renal

La litiasis renal, también denominada urolitiasis o nefrolitiasis, es una enfermedad causada por la presencia de cálculos o piedras en el interior de los riñones o de las vías urinarias (uréteres o vejiga).

Los cálculos renales se componen de sustancias normales de la orina, pero, por diferentes razones, se han concentrado y solidificado en fragmentos de mayor o menor tamaño.

Según el lugar donde se forma un cálculo (el riñón o la vejiga) se puede denominar cálculo renal o cálculo vesical, respectivamente.

Causas

Se pueden formar cálculos renales si la orina está saturada de sales que pueden producirlos, o bien, porque la orina carece de los inhibidores naturales de este proceso. Esto puede tener relación con otros factores:

  • Una disminución del volumen urinario.Un incremento en la excreción urinaria de sustancias químicas que impiden la disolución de las sales que contiene la orina.

Síntomas

Las formas de presentación clínica en la litiasis renal son variables dependiendo del tamaño, composición y de la situación de los cálculos en el aparato urinario. Algunos pueden pasar desapercibidos.

  • Cólico nefrítico: Dolor en la zona lumbar o espalda baja que se irradia hacia el abdomen anterior y hacia los genitales; se produce por el taponamiento de la salida de orina del riñón y a veces provoca un dolor muy intenso.
  • Es un dolor intermitente que se asocia a náuseas, vómitos, sudoración y sensación de hinchazón abdominal. No suele provocar fiebre.Hematuria: Se produce por las lesiones que provoca el cálculo en su paso por la vía urinaria.
  • Infecciones de orina: Los cálculos renales pueden ser causa o consecuencia de infecciones frecuentes de la orina o cistitis.

Prevención

Una de las formas de prevención de esta afección es la corrección de los eventuales excesos de aporte de calcio, fosfato, oxalato y purinas.

Además, varias medidas dietéticas generales pueden permitir un mejor control de la enfermedad, como el incremento en la ingesta de líquidos, preferentemente agua (la primera y más simple de las medidas para prevenir la patología).

Es esencial seguir una dieta baja en calorías, con poca sal, limitando las proteínas animales, los azúcares y el alcohol. Tampoco son recomendables alimentos como el cacao, el café, el té, los frutos secos, etcétera.

Tipos

Hay diferentes tipos de cálculos renales en función de la composición de las sustancias que los originan. Estos son los más comunes:

  • Cálculos renales formados por oxalato de calcio: Son los más frecuentes. Están constituidos de calcio y un ácido orgánico.Cálculos renales compuestos por fosfato cálcico, que es un tipo de sal que combina calcio y fósforo.
  • Cálculos renales de ácido úrico, un compuesto formado cuando el organismo descompone sustancias denominadas purinas. Éstas se encuentran en algunos alimentos y bebidas.
  • Cálculos renales derivados de la rotura de proteínas: Más comunes en la infancia.

Diagnóstico

Los cálculos que no causan síntomas se pueden descubrir durante un análisis microscópico rutinario de orina.

Por el contrario, los cálculos que producen dolor, en general, se diagnostican por los síntomas del cólico renal, junto con dolor de la zona lumbar e ingle o dolor en la zona de los genitales, sin una razón aparente.

Los análisis microscópicos de la orina pueden revelar la presencia de sangre o pus, así como también pequeños cristales que forman el cálculo.

Otras pruebas diagnósticas que se realizan son: radiografía de abdomen, urografía endovenosa, urografía retrógrada, ecografía abdominal y tomografía computarizada.

Tratamientos

El 95 por ciento de los cálculos situados en el uréter se expulsan espontáneamente en tres ó cuatro semanas, dependiendo de su tamaño y posición.

Cualquier cálculo no expulsado en dos meses requiere una actuación terapéutica. En función de una valoración de algunos factores, tales como la frecuencia de episodios de cólico, repercusión sobre la vía urinaria, etcétera,el especialista determinará el tratamiento más indicado, que puede incluir una actitud conservadora con tratamiento del dolor o una actitud intervencionista.

Actualmente, entre el 90 y el 95 por ciento de los cálculos pueden eliminarse mediante procedimientos poco agresivos, como la litotricia extracorpórea por ondas de choque, que consiste en romper los cálculos en pequeños fragmentos que se pueden expulsar más fácilmente (con una eficacia del 90 por ciento).

También es común la extracción endoscópica de los cálculos mediante ureteroscopia (a través de los propios conductos urinarios, uretra, vejiga, etc.).

A veces los cálculos de ácido úrico se disuelven gradualmente haciendo que la orina sea menos concentrada (por ejemplo, con citrato de potasio), pero los otros tipos de cálculos no se pueden eliminar con este método.

En circunstancias especiales, los cálculos más grandes que causan una obstrucción pueden obligar a realizar una intervención quirúrgica para poder ser eliminados.

Otros datos

Los cálculos renales son dolorosos, pero en la mayoría de los casos, pueden ser eliminados del organismo sin causar daño en el mismo.

Pero estos cálculos reaparecen con bastante frecuencia, sobre todo, si no se trata la causa que ha llevado a su aparición.

En estos casos en los que no se recibe el tratamiento adecuado, el paciente puede tener el riesgo de padecer infecciones urinarias o daño en el riñón, en los casos más graves.

Cáncer de riñón

El cáncer renal es una formación tumoral que se origina directamente en el riñón. La mayoría nacen de la corteza del riñón y se denomina cáncer de células renales. Existe otro cáncer que se origina en la vía excretora que se denominan tumores de urotelio y que se producen en los cálices, pelvis renal o uréter y tienen otro origen y tratamiento. En este apartado nos referiremos solamente a los tumores que se originan en la corteza renal. El tipo más común de cáncer renal en el tumor de células claras y menos frecuente los tumores papilares o cromófobos.

Síntomas

Actualmente la mayoría de los tumores renales diagnosticados son asintomáticos y son hallazgos de estudios ecográficos realizados por controles o por estudios de otras causas. El síntoma más común es la hematuria o el hallazgo de sangre microscópica en una muestra de orina. Menos frecuente es el dolor o la masa palpable abdominal. En algunos casos se diagnostican por la presencia de síntomas relacionados con metástasis.

Factores de riesgo

Los factores de riesgo relacionados con la enfermedad pueden ser tabaquismos, hipertensión arterial, alto ingreso de grasas, obesidad, exposición a ciertas sustancias como el asbesto y cadmio. Antecedentes genéticos de cáncer de próstata y algunas enfermedades hereditarias como el síndrome de Von Hippen Lindou, carcinoma papilar hereditario también predisponen al cáncer de riñón.

Diagnóstico

La mayoría de los casos se diagnostican incidentalmente en un estudio de ecografía realizado por otros motivos. En estos casos la mayoría de los estadios son tempranos. En caso de sospecha de tumor renal se puede realizar una tomografía axial computada o resonancia nuclear magnética.

Cirugía

La cirugía es el tratamiento más común en el cáncer de riñón y en la mayoría de los casos es el único tratamiento necesario. El tipo de cirugía dependerá del tamaño y de la ubicación del tumor. En muchos casos cuando el tumor es igual o menor a 4 centímetros se puede realizar una cirugía parcial (nefrectomía parcial). En otros casos es necesario realizar la extirpación completa del riñón (nefrectomía radical)
La cirugía se puede realizar a cielo abierto a través de una incisión o por técnica laparoscópica. Las vías de abordaje dependerán de las características del tumor y de la experiencia del cirujano. En algunos casos es necesario realizar la extirpación de los ganglios regionales o abordajes en la vena renal inferior o la vena cava inferior ya que algunos tumores pueden tener trombos que incluso pueden extenderse a la aurícula derecha del corazón. También se pueden operar las metástasis del tumor especialmente hepáticas o pulmonares. El tipo de cirugía dependerá de las características y extensión del tumor y los especialistas del CDU evaluarán cada caso individual para ofrecerle la mejor posibilidad de tratamiento.
Inmunoterapia: Estas drogas estimulan el sistema inmunitario con la finalidad de actuar contra el tumor como el interferón y la interleukina 2.
La Quimioterapia hasta el momento no ha dado grandes resultados en el tratamiento del cáncer avanzado de riñón cuando se detectan metástasis.
Nuevas drogas se han desarrollado en los últimos años para el tratamiento del cáncer renal avanzado que inhiben la formación de vasos sanguíneos que necesita el tumor para vivir y desarrollarse. Estas drogas son el sorafenib (Nexavar®), sunitinib (Sutent®), temsirolimus (Torisel™), everolimus (Afinitor®), y una combinación de interferon con bevacizumab (Avastin®). Los médicos discutirán con el paciente el mejor esquema terapéutico para cada caso.

Varicocele

Es la dilatación de unas venas que se encuentran en el cordón espermático, que produce un reflujo de sangre venosa hacia los testículos. Es muy frecuente en los jóvenes.
En la mayoría de los casos no genera síntomas y en otros se presenta dolor o pesadez a nivel testicular. Pero los más importante es que el varicocele es la primer causa de esterilidad en el hombre. Aproximadamente un 25 % de los pacientes con varicocele presentan una alteración en el esperma que puede ser la causa de dificultad para tener hijos. Estas alteraciones se pueden demostrar en un análisis de laboratorio denominado espermograma. Cuando existen alteraciones, se puede demostrar una disminución en el número de espermatozoides, una disminución de la movilidad y una alteración de la morfología de los mismos.
En la etapa previa a la pubertad se puede detectar la presencia del varicocele y en estos casos es muy importante controlar el desarrollo del tamaño testicular.
Las indicaciones quirúrgicas en general son:

  • Alteraciones en el espermograma.
  • Esterilidad secundaria al varicocele.
  • Alteraciones en el desarrollo del testículo, especialmente la disminución de tamaño.
  • Dolor o molestias testiculares.

Cáncer de testículo

Si bien el cáncer de testículo es una enfermedad poco frecuente, es la causa más común de cáncer sólido entre los 15 y 35 años de edad. Constituye sólo el 1% de los cánceres del hombre. La mayoría de los tumores nacen de las células germinales del testículo que son las que originan los espermatozoides. Un punto importante es que el cáncer de testículo tiene un gran potencial de curación, incluso en los estadios más avanzados cuando ha generado metástasis.

Síntomas

En prácticamente la mayoría de los casos se detecta por una induración en alguna parte del testículo, generalmente indoloro y sin reacción inflamatoria. Lamentablemente, los pacientes tienden a retrasar la consulta. Lo más importante es que ante cualquier cambio en la consistencia del testículo, aunque no ocasione ningún síntoma, se debe realizar rápidamente la consulta. Menos frecuente es el dolor y cuadro inflamatorio. Raramente puede presentarse por la presencia de un ganglio en alguna zona de nuestro organismo o dolor en la región lumbar o aumento de la glándula mamaria.

Factores de riesgo

Testículos no descendidos: Se denomina criptorquidia cuando los testículos no han descendido normalmente al escroto antes del nacimiento. Esta alteración se acompaña de un riesgo mayor de padecer cáncer de testículo.

Antecedente de cáncer de testículo previo: El paciente que ha padecido de un cáncer de testículo tiene una ligera mayor posibilidad de padecer cáncer en el otro testículo.

Diagnóstico

Muchas veces, el examen físico prácticamente confirma el diagnóstico. Seguramente su médico le solicitará una ecografía testicular, que es un estudio rápido e indoloro que confirmará el diagnóstico. Serán necesarios uno análisis de sangre, especialmente unos marcadores tumorales específicos denominados alfa feto proteínas (alfa FP) y beta gonadotrofina crónica (beta HCG) y láctico dehidrogenasa (LDH). También puede indicarle en ese momento una radiografía de tórax y una tomografía axial computada de abdomen y pelvis con contraste, o una resonancia nuclear magnética.

Tratamiento inicial

El tratamiento inicial es la exploración quirúrgica testicular por la vía inguinal. El urólogo decidirá en ese momento si es necesario realizar una biopsia intraoperatoria antes de extirpar el testículo. La cirugía consiste en la extirpación de todo el testículo, el epidídimo y el cordón espermático. Se puede colocar en ese momento una prótesis testicular con fines estéticos.

Tipos de tumor

El patólogo establecerá de qué tipo de tumor se trata. En la mayoría de los casos el tipo histológico se denomina tumores seminomatosos. Los otros tumores, denominados no seminomatosos, tienen diferentes estirpes histológicas, carcinoma embrionario, tumor del saco vitelino, teratomas, coriocarcinomas. Existen diferentes factores pronósticos que serán analizados con el urólogo para determinar si es necesario un tratamiento posterior.

Clasifican de los tumores testiculares

Estadio 1: es aquel que está enteramente confinado al testículo.

Estadio 2: es aquel que ha involucrado los ganglios del abdomen.

Estadio 3: es aquel que se ha extendido más allá de los ganglios del abdomen o que presenta metástasis en órganos no ganglionares, como el hígado, pulmones o cerebro.

Tratamientos posteriores

El tratamiento variará de acuerdo al tipo de tumor y estadio del mismo. Las opciones, que se discutirán con el urólogo caso por caso, pueden variar entre:

Control o vigilancia: En la mayoría de los casos se produce la curación solamente con la extirpación del testículo por lo que los pacientes pueden entrar en un programa de vigilancia estricta. Se realizaran controles periódicos con marcadores tumorales y estudios de imágenes con tomografía computada o resonancias nucleares magnéticas.

Linfadenectomía retroperitoneal: En algunos casos especialmente en tumores no seminomatosos se puede indicar la extirpación de los ganglios linfáticos ubicados en el retroperitoneo. Esta técnica puede realizarse para estadificar la enfermedad o con finalidad curativa.

Quimioterapia: Consiste en la administración de drogas que actúan sobre las células tumorales existentes en el organismo. Grandes avances en los últimos 30 años se han logrado en el tratamiento de estadios avanzados, es decir cuando el tumor de ha extendido fuera del testículo como a los ganglios linfáticos, hígado, pulmón o cerebro, lográndose altas tasas de curación.

Existen diferente esquemas de tratamiento siendo las drogas más comúnmente utilizadas el cisplatino, bleomicina y etoposido. Los médicos discutirán con el paciente los efectos adversos de estos tratamientos.
Radioterapia retroperitoneal: Algunos tumores de testículo como los seminomas son muy sensibles al tratamiento con radiaciones en los ganglios del retroperitoneo alcanzando altas tasas de curación.

Secuelas del tratamiento

La extirpación testicular es totalmente compensada por el otro testículo, por lo que no existirán trastornos hormonales. Temporariamente puede existir una alteración de la calidad de los espermatozoides, que en general mejora con el tiempo. En aquellos pacientes que requieren quimioterapia, es aconsejable obtener muestras de semen para el banco de esperma, ya que este tratamiento afecta la producción de espermatozoides, que por lo general mejora a partir de los 2 años del tratamiento. Lo mismo es aconsejable en los casos de radioterapia. Por otra parte, los pacientes a los que se les indica una linfadenectomía retroperitoneal pueden quedar con un trastorno eyaculatorio que les impida la emisión de semen. Estas posibilidades son menores con ciertas técnicas quirúrgicas.

Trastornos urinarios en pacientes con enfermedades neurológicas

Algunas enfermedades neurológicas que afectan al sistema nervioso central como los accidentes cerebrovasculares, la enfermedad de Parkinson, Esclerosis Múltiple, lesiones medulares, mielomeningocele, etc., pueden desarrollar durante su evolución trastornos urinarios.

Las fases del aparato urinario normal

Fase de llenado, durante la cual, la vejiga se encuentra relajada y los esfínteres se contraen permitiendo el almacenamiento de la orina.
Fase de vaciado, cuando voluntariamente se inicia la micción al producirse la relajación esfinteriana y la contracción del músculo vesical.

El sistema nervioso coordina y regula el funcionamiento normal al recibir y enviar impulsos desde y hacia la vejiga y los esfínteres, por lo que si una enfermedad lo afecta, también pueden aparecer manifestaciones del aparato urinario:

1) Alteraciones en la fase de llenado:

  • Trastornos en la percepción del deseo de orinar
  • Incremento de la frecuencia miccional diurna y/o nocturna
  • Urgencia o sensación de micción imperiosa
  • Pérdida involuntaria de orina (incontinencia urinaria)

2) Alteraciones en la fase de vaciado:

  • Retardo para iniciar la micción
  • Disminución de la fuerza o el calibre del chorro
  • Intermitencia
  • Necesidad de orinar con ayuda de los músculos abdominales
  • Sensación de haber vaciado incompletamente la vejiga
  • Retención urinaria

El objetivo de la consulta urológica se vincula con aliviar los síntomas descriptos y evitar la aparición de complicaciones como las infecciones urinarias, cálculos o deterioro de la función renal. En la consulta se realizará una evaluación de los antecedentes clínicos, neurológicos, quirúrgicos y farmacológicos del paciente, un examen físico/urológico y se solicitarán los estudios complementarios necesarios para determinar el estado del aparato urogenital (laboratorio, ecografías, radiografías, estudio urodinámico) que orientarán al manejo terapéutico.

Enuresis (El niño que moja la cama)

Definimos como enuresis al escape involuntario de orina. Ya sea si se trate de un síntoma que aparece durante el día o durante la noche, se llama enuresis diurna o nocturna. La más común es la nocturna (niño que moja la cama) y la que motiva la mayoría de las consultas.

Existen muchas controversias alrededor de este síntoma pero las principales son: ¿Se debe tratar la enuresis?- ¿A partir de qué edad hay que tratarla ?- ¿Quién la debe tratar: un psicólogo, un médico?.

Los urólogos infantiles pensamos que la enuresis es un síntoma sumamente invalidante desde el punto de vista social (niños inhibidos de concurrir a campamentos ó a dormir a casa de algún compañero, por ejemplo) y, por lo tanto, debemos tratar de solucionarlo a la brevedad. La edad en la que comenzamos los tratamientos es a partir de los 6 años.

La enuresis es un síntoma que puede obedecer a causas orgánicas y/o psicológicas. Cuando la enuresis es primaria (presencia del síntoma desde que el niño dejó los pañales) es poco común encontrar causas psicológicas y sí podemos hallar alguna alteración orgánica. Por el contrario, en las enuresis secundarias (aparición del síntoma luego de un período no menor de 6 meses en el que no existía incontinencia de orina diurna ni nocturna) es habitual encontrar algún desencadenante psicológico.

Las causas orgánicas de la enuresis pueden clasificarse en dos grandes grupos: a) las alteraciones en el comportamiento vesical y b) el aumento de la producción de orina por el riñón durante la noche. En el primer caso es común que el niño presente síntomas diurnos y nocturnos (urgencia miccional, aumento de la frecuencia, moja la cama en la noche y a la siesta) debido a que la vejiga presenta una capacidad disminuida por la aparición de unas contracciones vesicales repentinas que el niño no puede frenar (contracciones no inhibidas). El tratamiento adecuado en estos casos es la administración de anticolinérgicos para eliminar dichas contracciones. El más comúnmente usado es el cloruro de oxibutinina.

En el segundo caso (aumento de producción de orina nocturna), el único síntoma es que el niño “moja la cama durante la noche”. Esto se debe a la disminución en el nivel sanguíneo nocturno de una sustancia que frena al riñón en su producción de orina: la vasopresina u hormona antidiurética. El tratamiento en este caso es la administración de hormona antidiurética durante la noche.

Previo al tratamiento habrá que realizar estudios elementales que en ningún caso deberán ser traumáticos.

Infección urinaria

Definimos a la infección urinaria como la afección producida por la presencia de gérmenes en la orina en una proporción elevada y que provoca alteraciones en el aparato urinario con signos y síntomas específicos.

El síndrome febril es uno de los motivos de consulta más comunes en la práctica pediátrica. Cuando un bebé tiene fiebre de más de 48 hs de evolución y no tiene un foco de origen de la misma evidente (otitis, catarro, etc), es necesario descartar si no padece una infección urinaria. Es importante aclarar que es muy difícil detectar una infección urinaria solamente por los síntomas puesto que los bebés presentan un cuadro clínico muy particular. Un bebé con infección urinaria puede presentar además los siguientes síntomas:

Decaimiento, rechazo del alimento, detención en la curva de crecimiento, diarreas, etc. En niños más grandes los síntomas más comunes son: ardor al orinar, micciones muy frecuentes, aparición de incontinencia de orina, dolor en la espalda, emisión de orina con sangre (hematuria) y, por supuesto, fiebre.

Por eso es aconsejable consultar al pediatra ante la presencia de un cuadro febril prolongado, asociado ó no con los síntomas que mencionamos anteriormente. El médico deberá solicitar la realización de un análisis de orina especial para detectar la infección, que se denomina Urocultivo. Se lo medicará al niño por un período no menor a 14 días con el antibiótico que corresponda.

Es habitual indicar luego un tratamiento prolongado con un antibiótico suave y a mitad de dosis (quimioprofilaxis)., para evitar la reiteración de la infección y hasta tanto se hallan realizado los estudios correspondientes.

Paralelamente al tratamiento se realizarán los estudios necesarios para determinar la causa que provocó la infección urinaria. Habitualmente se practica, en primer término, una ecografía de riñones y vías urinarias (vejiga y uréteres). El segundo estudio a realizar es la cistouretrografía miccional, para la cual haremos algunas consideraciones.

La cistouetrografía miccional consiste en la introducción de un catéter en la vejiga del bebé, a través de su uretra (conducto por el que sale la orina al exterior).Se llena luego la vejiga con sustancia de contraste y se toman radiografías. Como es un estudio invasivo, siempre hay resistencia de los padres para realizarlo, pero su importancia radica en la utilidad del mismo para detectar la principal afección causante de infección urinaria (reflujo vesico-ureteral) y otras alteraciones. La cistouretrografía debe realizarse a todo bebé que padeció una infección urinaria febril antes del año de vida, a todo niño varón cualquiera sea su edad y a las niñas mayores de un año cuando el episodio de infección urinaria se repite (no es absolutamente necesario hacerla en el primer episodio).

Con estos estudios en la gran mayoría de los casos se puede identificar la causa de la infección urinaria y el médico procederá de acuerdo a cada caso en particular.

Reflujo vesico-ureteral

El reflujo vesico-ureteral es una afección congénita en la que la orina que llega a la vejiga procedente de los riñones vuelve a subir debido a una falla en el mecanismo valvular presente en la unión del ureter con la vejiga.
El reflujo de la orina desde la vejiga a los uréteres es la principal causa de infección urinaria en niños menores de 5 años y la importancia del mismo radica en la posibilidad de que exista algún tipo de daño en los riñones. Este daño renal puede originarse en el momento mismo que se formó el riñon (displasia renal) ó debido a las infecciones urinarias que presente el niño.
El estudio indicado para diagnosticar el reflujo vesico-ureteral es la cistouretrografía miccional. La misma consiste en la introducción de un catéter en la vejiga del bebé, a través de su uretra (conducto por el que sale la orina al exterior).Se llena luego la vejiga con sustancia de contraste y se toman radiografías. Como es un estudio invasivo, siempre hay resistencia de los padres para realizarlo, pero su importancia radica en la utilidad del mismo para detectar la principal afección causante de infección urinaria (reflujo vesico-ureteral) y otras alteraciones. La cistouretrografía debe realizarse a todo bebé que padeció una infección urinaria febril antes del año de vida, a todo niño varón cualquiera sea su edad y a las niñas mayores de un año cuando el episodio de infección urinaria se repite (no es absolutamente necesario hacerla en el primer episodio).

Alternativas terapéuticas

Existen varias alternativas terapéuticas para el manejo de esta afección:

  • Expectación durante un tiempo prudencial, esperando que el reflujo se cure espontáneamente. Mientras el niño persiste con reflujo, se le indica la administración de un antibiótico a mitad de dosis y en una sola toma diaria (quimioprofilaxis), con el objeto de evitar nuevas infecciones urinarias.
  • Cirugía correctora del reflujo mediante una operación convencional. ( a cielo abierto).
  • Inyección de substancias de abultamiento a nivel de la unión del ureter con la vejiga (endoscópica).

Cada una de estas alternativas tienen indicaciones más ó menos precisas, dependiendo del grado de reflujo, la edad del paciente, la presencia de otras afecciones, etc.

Lo habitual es que se comience con una conducta expectante y luego se planteen las distintas posturas terapéuticas. Las indicaciones no son rígidas y pueden variar de acuerdo a las preferencias del médico tratante y también de la familia del niño.

El síndrome febril es uno de los motivos de consulta más comunes en la práctica pediátrica. Cuando un bebé tiene fiebre de más de 48 hs de evolución y no tiene un foco de origen de la misma evidente (otitis, catarro, etc), es necesario descartar si no padece una infección urinaria. Es importante aclarar que es muy difícil detectar una infección urinaria solamente por los síntomas puesto que los bebés presentan un cuadro clínico muy particular. Un bebé con infección urinaria puede presentar además los siguientes síntomas: decaimiento, rechazo del alimento, detención en la curva de crecimiento, diarreas, etc. En niños más grandes los síntomas más comunes son: ardor al orinar, micciones muy frecuentes, aparición de incontinencia de orina, dolor en la espalda, emisión de orina con sangre (hematuria) y, por supuesto, fiebre.
Por eso es aconsejable consultar al pediatra ante la presencia de un cuadro febril prolongado, asociado ó no con los síntomas que mencionamos anteriormente. El médico deberá solicitar la realización de un análisis de orina especial para detectar la infección, que se denomina Urocultivo. Se lo medicará al niño por un período no menor a 14 días con el antibiótico que corresponda.

Es habitual indicar luego un tratamiento prolongado con un antibiótico suave y a mitad de dosis (quimioprofilaxis)., para evitar la reiteración de la infección y hasta tanto se hallan realizado los estudios correspondientes.
Paralelamente al tratamiento se realizarán los estudios necesarios para determinar la causa que provocó la infección urinaria. Habitualmente se practica, en primer término, una ecografía de riñones y vías urinarias (vejiga y uréteres). El segundo estudio a realizar es la cistouretrografía miccional, para la cual haremos algunas consideraciones.

La cistouetrografía miccional consiste en la introducción de un catéter en la vejiga del bebé, a través de su uretra (conducto por el que sale la orina al exterior).Se llena luego la vejiga con sustancia de contraste y se toman radiografías. Como es un estudio invasivo, siempre hay resistencia de los padres para realizarlo, pero su importancia radica en la utilidad del mismo para detectar la principal afección causante de infección urinaria (reflujo vesico-ureteral) y otras alteraciones.

La cistouretrografía debe realizarse a todo bebé que padeció una infección urinaria febril antes del año de vida, a todo niño varón cualquiera sea su edad y a las niñas mayores de un año cuando el episodio de infección urinaria se repite (no es absolutamente necesario hacerla en el primer episodio). Con estos estudios en la gran mayoría de los casos se puede identificar la causa de la infección urinaria y el médico procederá de acuerdo a cada caso en particular.

Piso Pelviano Femenino

¿Qué es el piso pelviano?

El piso pelviano corresponde a una estructura muscular y ligamentosa que se encuentra en la parte baja de la pelvis y que conforma una especie de diafragma a través del cual pasan y se ubican estructuras como: los genitales internos femeninos (útero y vagina), la vejiga y la uretra y el recto y el ano. En esa zona se encuentran centros nerviosos que controlan las funciones evacuatorias y la sensibilidad dolorosa local y regional.

¿Qué problemas o síntomas pueden generarse por alteraciones del piso pelviano?

Los más comunes corresponden a alteraciones funcionales y anatómicas. A nivel urológico, la incontinencia urinaria y/o retención urinaria; a nivel ginecológico, el prolapso genital (útero y vagina) y disfunciones sexuales; en relación al aparato digestivo, la incontinencia anal, constipación, prolapso del recto y dolor pelviano crónico. Estos problemas afectan con mayor frecuencia a las mujeres, en una proporción de 4 mujeres por cada hombre.

¿Son comunes estas patologías?

Más de la mitad de las mujeres mayores de 55 años presentará problemas debido a disfunción del piso pélvico; una de cada 9 de ellas será sometida en su vida a cirugía por estas alteraciones; una de cada 3 mujeres con incontinencia urinaria también sufre de algún grado de incontinencia anal; una de cada 5 de las pacientes que presenta prolapso genital tiene alteraciones de la continencia; 60% de los pacientes geriátricos presentan incontinencia urinaria y/o fecal. Estas cifras clarifican la frecuencia de estos problemas con el consiguiente impacto en la calidad de vida de quienes los padecen.

¿Qué es la incontinencia?

Es la incapacidad para controlar los esfínteres urinarios y/o anales, asociado a la pérdida involuntaria de orina, gases y/o deposiciones. Puede ser leve y ocasional, o llegar a ser severa y permanente. La más frecuente es la incontinencia de orina de esfuerzo. Es un problema frecuente, sin embargo los pacientes tienden a evitar la consulta médica por vergüenza. Tanto la incontinencia urinaria como la fecal son problemas que aumentan con la edad.

¿Qué es el prolapso genital?

El prolapso genital se produce en mujeres. Consiste en un defecto y debilidad de las paredes vaginales y sus elementos de sostén, lo cual genera el descenso y exteriorización de los segmentos afectados: la pared vaginal anterior con la vejiga, la pared vaginal posterior con el recto y la parte alta o cúpula vaginal con el útero. Habitualmente este proceso se inicia con los embarazos y los partos. Con el tiempo se asocian otros factores como la edad, menopausia, cirugías pélvicas, obesidad, constipación, trabajos que implican cargas de altos pesos, etcétera.

¿Cómo se manifiesta este problema?

Habitualmente como una sensación de peso o la aparición de una masa en la zona genital. Además, con frecuencia se asocia a escape de orina y, en ocasiones, con incapacidad de contener deposiciones o gases.

¿El tratamiento del prolapso es siempre quirúrgico?

No. En algunos casos leves solo es necesario mejorar las condiciones generales de las pacientes (obesidad, nivel hormonal, actividad física), especialmente cuando este no produce síntomas importantes. En otros casos existe la posibilidad de tratamiento conservador con pesarios (anillo vaginal que sostiene las paredes vaginales en su lugar). El tratamiento quirúrgico se reserva para los casos más avanzados y con mayores síntomas.

¿Cómo son evaluados los pacientes con patologías del piso pelviano?

Los pacientes que presentan problemas derivados del piso pelviano deben ser evaluados en forma integral, por un equipo multidisciplinario, conformado por especialistas en cada una de las áreas asociadas a estos problemas. Este enfoque de «trabajo en equipo» permite un mejor entendimiento y tratamiento de cada paciente de acuerdo a sus necesidades. Es por ello que desde 2011, Clínica Las Condes cuenta con el Centro de Piso Pelviano (CEPP), conformado por un grupo de profesionales de vasta experiencia en el manejo de esta patología.

¿Qué otros tratamientos existen en CLC para las patologías del piso pelviano?

Está la reeducación pelviperineal, que consiste en una kinesiterapia de piso pelviano dirigida a tratar y complementar el tratamiento de algunas disfunciones o alteraciones como incontinencia urinaria, urgencia miccional, constipación, incontinencia anal, prolapso genital inicial, dolor pelviano y algunas disfunciones sexuales. Esta especialidad agrupa una serie de técnicas como el entrenamiento muscular del piso pélvico, biofeedback, neuromodulación periférica, terapia conductual y otras, las que son monitoreadas por un experto para lograr un buen resultado.