Prevenir desde niños para estar sanos de adultos

Las enfermedades renales afectan al 10 por ciento de la población mundial y cada año aumenta el número de muertes por complicaciones relacionadas con la insuficiencia renal crónica. Aunque estas enfermedades tienen su origen en causas congénitas, los cambios en el estilo de vida, el aumento del sedentarismo y los malos hábitos alimentarios, entre otros, han provocado que la enfermedad renal crónica sea la causa de muerte prematura no transmisible que más ha crecido en los últimos 20 años.

Apoyados en el lema del Día Mundial del Riñón 2016, Enfermedad renal y niños. Actúa pronto para prevenirlas, las sociedades científicas insisten en la importancia de cuidar desde pequeños los riñones para prevenir la enfermedad y mejorar el diagnóstico precoz.

María Dolores del Pino, presidenta de la Sociedad Española de Nefrología, ha alertado durante la presentación de la campaña en Madrid sobre la importancia de realizar un seguimiento de los dos factores de riesgo más importantes de la enfermedad: la hipertensión y la diabetes. “Hay ocho reglas de oro que pueden ayudar a prevenir la enfermedad: mantenerse activos, controlar los niveles de glucosa en sangre, los niveles de hipertensión, vigilar el sobrepeso y reducir la obesidad, mantener una buena hidratación, no fumar, no abusar del consumo de medicamentos y revisar los riñones si hay antecedentes de enfermedad renal en la familia”, explica Del Pino.

Menos ‘chuches’ y más ejercicio
Respecto a la mejor forma de abordar la prevención desde la infancia, Víctor Manuel García Nieto, presidente de la Asociación Española de Nefrología Pediátrica, ha afirmado que es necesario centrarse en la prevención terciaria: controlar la alimentación y aumentar la actividad física.

“Uno de los problemas a los que nos enfrentamos es que ha aumentado el consumo de dietas ricas en proteínas y sal, lo que favorece la aparición de la hipertensión y los cálculos renales. Los niños comen cada vez más chuches, muy ricas en sal, que deberían prohibirse, y se ha sustituido el deporte por jugar con las maquinitas; esto lleva al aumento del sedentarismo y de la obesidad infantil, factores de riesgo de la enfermedad renal”, aclara García Nieto.

Pero, ¿y si el niño ya tiene una insuficiencia renal? Jesús Molinuevo, presidente de la Federación Alcer, ha recordado que estamos ante una patología de larga duración, progresiva e irreversible que tiene tratamiento pero no cura, por lo que es muy importante pensar en el impacto emocional que tendrá sobre el niño y su futuro.

“Crecerán con el hándicap de que la enfermedad crónica les hará pasar por fases de ansiedad, depresión y baja autoestima. Serán rebeldes, no sólo por la adolescencia, rebeldes con la enfermedad y, por tanto, faltará adherencia al tratamiento. Hay que ayudarles para que afronten la enfermedad y encuentren una estabilidad emocional que mejore su calidad de vida”, afirma.

En este sentido, Alicia Gómez, presidenta de la Sociedad Española de Enfermería Nefrológica, ha destacado que el cuidado del paciente y de la familia es clave, así como que el entorno entienda la enfermedad y se la explique al niño adecuando los mensajes a su edad para mejorar esta situación.

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